XXXIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia
Ponencias 59 Esta ponencia surge de la preocupación de algunos hemató- logos por el peligro inminente de la fractura de la especialidad. Los políticos que únicamente contemplan el ahorro económico hospitalario, nos obligan a entregar cada vez más parcelas de la especialidad, con escasa o ausencia de negociación previa: anti- coagulación oral aAtención Primaria, hematimetría y coagulación a bioquímica/análisis clínicos (BA), linfomas a oncología, enfer- medades lisosomales a otros servicios… A mi modo de ver resulta difícil asumir que lo moderno sea la integración de los laboratorios cuando en los albores de la hematología se compartían los laboratorios (bioquímica, microbiología, hemato- logía) y se gestó allá por los años 50 una nueva especialidad creando un laboratorio propio que se llamó Hematología y Hemoterapia (HH) con tres áreas asistenciales: laboratorio, clínica y transfusión (1,2). Posteriormente la automatización e informatización de los laboratorios clínicos convirtió a los BA en expertos en estas artes pero alejados de la clínica y del enfermo. Se externalizaron enton- ces algunos laboratorios hospitalarios que volvieron a internalizar- se afectando también al Servicio de HH y apostando de nuevo por el conocimiento más que por motivos económicos (2). No debemos jamás olvidar que el hematólogo interpreta, emite informes e indica un tratamiento (o lo prescribe si se refiere a un paciente hemato- lógico), no se limita a validar unas cifras, por lo que no se puede nunca comparar a la función de un bioquímico. Nuestra sociedad se merece ser atendida por el personal más cualificado (2). En general pensamos que nos hemos rendido hace años como ponen de manifiesto muchos hematólogos responsables de la rutina y jefes de servicio y hemos entregado en ocasiones, sin suficiente discusión, la hematimetría al Servicio de BA. Estos especialistas pueden ser quizá mejores gestores, pero con un desconocimien- to evidente del hemograma, la morfología y la coagulación san- guínea, pero eso sí, históricamente “se han vendido” mejor que nosotros. En el Libro Blanco de la especialidad editado en 2010 el tema de la relación con las especialidades frontera ocupa unas pocas líneas, algo más en el Plan Estratégico de la SEHH y en la Declaración Oficial de la AEHH sobre la especialidad en relación con otras especialidades frontera, aunque casi siempre intentando y recomendando no crear polémica (1-4). En el plan de formación de la especialidad de AB está con- templada la rotación de los MIR por el Servicio de HH, una vez más nos dejamos imponer una colaboración peligrosa para nuestra especialidad (5). El nuevo plan de oncología incluye asimismo el conocimiento de las enfermedades hematológicas (incluso las no neoplásicas) y el inicio de su tratamiento (6), entrando de nuevo en conflicto y en lo que podría considerarse intrusismo. Las leyes que regulan estas actuaciones profesionales tampoco nos apoyan demasiado. La Ley Reguladora de las Especialidades de 20 de julio de 1955, la Ley Reguladora de la Formación de los MIR de 2006 (7), la Ley General de Sanidad o la ley de 21 de noviembre de 2003 de Ordenación de las Profesiones Sanitarias, guardan silencio acerca de las especialidades frontera y señalan que la posesión legítima de licenciado en medicina y cirugía habi- lita para la práctica de la medicina sin imponer limitación (1). Como se ha comentado previamente, la SEHH publicó en 2007 una declaración sobre la especialidad en relación con otras especialidades frontera (4), documento que se ha declarado recien- temente obsoleto procediéndose actualmente a su actualización. Sin embargo el libro de la entonces AEHH “50 años de historia” publicado en 2009 (2), en su primera página reza literalmente así: la esencia de la HH es el funcionamiento integrado e indisoluble de la cl nica y el laboratorio, y en la literatura revisada no se ha encontrado ninguna publicación que diga lo contrario (2). Basándonos en la ilusión de la ascendente e imparable expan- sión de la HH en todas sus áreas, no nos hemos percatado que estábamos perdiendo su esencia: la hematimetría. En el plan estra- tégico de laAEHH de 2010 (actualmente en revisión) ya se apunta como amenaza en su análisis externo la posible disgregación de la especialidad debido a la super-especialización (3). Haciendo memoria en la necesidad de mejorar la rentabilidad de los laboratorios clínicos, el tubo neumático supuso una mejo- ra en 1995, mejoró el TAT (turnaround-time) a la vez que ya se proponía el uso de los robots en los laboratorios asegurando que disminuyen el coste en el proceso de la muestra, reduce el riesgo de las muestras contaminadas, puede ser manejado por un staff menos cualificado, y los resultados mejoran el cuidado del paciente (8). Otros autores en 1992 (9) y en 1995 (10) apoyan la robotización pero refiriéndose únicamente a laboratorios de bioquímica. En cuanto a la definición de TAT tampoco clarifica si la incor- poración de la hematología a un core mejora su eficiencia. El pro- ceso de consenso se basa en 15 puntos: admisión, orden, biopsia/ examen, recepción del espécimen en laboratorio, procedimiento, interpretación, dictado del informe, transcripción, verificación, informe disponible, envío, el médico ve el informe validado y pone tratamiento, el paciente se va de alta y se le envía el infor- me. Basado en este análisis, se pueden proponer muchos términos estándar para la definición de TAT (11). Teniendo en cuenta en cuenta que los AB necesitan leer muchos más hemogramas al microscopio, que no entienden a la perfección las gráficas de la hematimetría y que no conocen al paciente ni su patología hematológica, el mismo trabajo requiere ¿Laboratorio core o laboratorio independiente de hematología? T. Molero Labarta Servicio de Hematología y Hemoterapia. Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín. Las Palmas de Gran Canaria
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