— 165 — Sexualidad tras el cáncer de mama la inducción de la menopausia en esta población (3). El fallo ovárico se produce en más del 80 % de las mujeres por encima de 40 años y en más del 20 % por encima de 30 (1). La deficiencia de estrógenos provoca un síndrome genitourinario que deriva en sequedad, irritación, ardor y vaginitis recurrentes, además de síntomas urinarios (frecuencia, urgencia, nicturia, disuria, incontinencia e infección urinaria posterior al coito o recurrente); todos estos síntomas llevan al dolor sexual, que tiene como consecuencia la disminución lógica del deseo (4). Este fallo ovárico provoca pérdida temporal o permanente de los estrógenos; que además de las consecuencias físicas antes descritas limita la fer tilidad, con el impacto emocional que esto tiene sobre la sexualidad, fruto de la carga cultural del género femenino. Es impor tante también hablar sobre la criopreservación ovocitaria, especialmente en mujeres jóvenes, antes de la quimioterapia o la ooforectomía profilácica (5). La mayoría de las guías recomiendan posponer el embarazo al menos 2 años tras el tratamiento del cáncer, aunque para mujeres con una enfermedad en estadio inicial, el embarazo precoz no empeora el pronóstico. La estimulación ovárica no está contraindicada, y mujeres con cáncer de mama con receptores hormonales positivos pueden recibir tamoxifeno e inhibidores de la aromatasa durante la estimulación (1). La disfuncionalidad sexual es más frecuente a cualquier edad, entre las supervivientes del cáncer de mama que recibieron quimioterapia frente a las que no la recibieron. IMPACTO DE LA TERAPIA ENDOCRINA Tanto el tamoxifeno como los inhibidores de la aromatasa (anastrozol, letrozol y exemestano) producen una alteración en la acción de los estrógenos que puede provocar atrofia vulvovaginal con dispareunia asociada y disminución del deseo. En un estudio, la dispareunia se da en el 56,6 % de las pacientes con inhibidores de la aromatasa y en el 31,3 % de las usuarias de tamoxifeno. En comparación con el tamoxifeno, los inhibidores de la aromatasa se asociaron significativamente con reducción de la lubricación, excitación y orgasmo, y con aumento de la dispareunia. El 42,2 % de las mujeres con cáncer de mama tratadas con inhibidores de la aromatasa no están satisfechas con su vida sexual en general y el 50 % tiene poco interés sexual (4). IMPACTO DE OTROS TRATAMIENTOS A las supervivientes de cáncer de mama normalmente se les prescriben antidepresivos (típicamente inhibidores de la recaptación de serotonina e inhibidores de la recaptación de norepinefrina) y todos ellos impactan en la función sexual (1).
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