Manual de patologia mamaria en atención primaria

Patología mamaria en Atención Primaria — 172 — Un metaanálisis de estudios epidemiológicos muestra una pequeña, pero significativa asociación, entre un consumo ligero de alcohol y el riesgo de cáncer de mama. Incluso una bebida al día podría elevar dicho riesgo (definiendo una bebida como 30 ml de licor, 170 ml de vino y 230 ml de cerveza). Dieta La dieta de la sociedad industrializada se caracteriza por el excesivo consumo de alimentos hiper transformados, que, unido al sedentarismo, origina el sobrepeso inductor de muchas enfermedades crónicas y neoplásicas. No hay muchos estudios en los que se comparen la incidencia de cáncer de mama con diferentes tipos de alimentación y la mayoría son observacionales, por lo que están sujetos a sesgos que dificultan la interpretación de la observación. En cualquier caso, es conocida que la ganancia de peso y la obesidad, que suelen estar directamente relacionadas con la dieta, aumentan el riesgo de cáncer de mama, como hemos visto anteriormente. Por otro lado, la composición de la dieta podría influir de una forma mayor durante la adolescencia y primera edad adulta. Como conclusiones a estos estudios podemos destacar : – Existe una relación entre el consumo de las grasas de origen animal y el cáncer de mama: más de cinco ingestas de carne roja a la semana en la juventud se asocia con un aumento relativo de cáncer de mama de 1,22 en la premenopausia y posmenopausia, en comparación con la ingesta de aves de corral, pescados, legumbres y frutos secos. – No se ha demostrado que una dieta estricta mediterránea influya sobre el riesgo de cáncer de mama, aunque algunos estudios afirman que dicha dieta caracterizada por el uso de aceites de origen vegetal (como el aceite de oliva virgen extra AOVE), ingesta de frutas, verduras, grasas monoinsaturadas, grasas omega 3, azúcares procedentes de la fibra y los cereales, en la que las proteínas proceden del pescado y las legumbres, origina un descenso del 15 % de la incidencia del cáncer de mama. Dicho beneficio podría incluirse en las mujeres con menor actividad física. – Se ha relacionado el consumo de fibra con un descenso en los estrógenos circulantes y la androstendiona, también beneficioso por su contenido en phytoestrógenos, que cambian la actividad de los receptores estrogénicos e interactúan con ellos. Esto podría disminuir el riesgo de desarrollar un cáncer hormonodependiente como el cáncer de mama. – Hay datos muy limitados que sugieran que el consumo de vegetales no almidonados (tomate, lechuga, cebolla, espinaca, pepino, brócoli, coliflor, repollo, hongos, etc.) disminuya el cáncer de mama RH-. – Algunos estudios sugieren que las mujeres con niveles bajos de vitamina D presentan un riesgo mayor de desarrollar cáncer de mama. El consumo en la dieta de 200 UI/día de vitamina D y una exposición moderada a la luz del sol eleva el 25-hidroxi vitamina D, que se asocia a una reducción de la incidencia de cáncer de mama.

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