Guía OncoSUR - Infecciones en pacientes con tumor de órgano sólido

> 87 Infecciones fúngicas. Profilaxis y tratamiento El tratamiento de elección para la aspergilosis invasiva es el voriconazol o el isavuconazol. La anfotericina B liposomal es la alternativa en el tratamiento de primera línea (1,3,5). Infecciones por Pneumocystis jirovecii Las infecciones por Pneumocystis jirovecii en pacientes con tumores sólidos son más frecuentes en los tratados con esteroides durante largos periodos de tiempo y en aquellos tratados con temozolamida, frecuentemente empleada para los tumores cerebrales de manera tanto aislada como concomitante con radioterapia. Típicamente se presenta con disnea, tos seca y fiebre; con frecuencia progresa a insuficiencia respiratoria. La afectación extrapulmonar es muy infrecuente. En la radiografía de tórax se objetiva un infiltrado intersticial difuso con un patrón que se inicia en las zonas parahiliares y progresa hacia las zonas apicales y periféricas. En un 20 % de los casos se pueden observar lesiones quísticas o neumotórax. Analíticamente cursan con elevación de la LDH y con linfopenia. El patógeno no es cultivable y se debe visualizar en muestras respiratorias mediante métodos de tinción o con técnicas moleculares. La tinción de Giemsa permite la detección de Pneumocystis en todas sus etapas vitales. Los métodos de inmunofluorescencia directa e indirecta (DFA, IFA) son los métodos de visión directa de mayor sensibilidad. La técnica de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) dirigida a genes específicos de P. jirovecii no permite discriminar entre colonización e infección Teniendo en cuenta que P. jirovecii se puede encontrar en el tracto respiratorio de hasta en un 50 % de los adultos sanos, su positividad no implica necesariamente infección. Sin embargo, sí tiene un elevado valor predictivo positivo, y es muy útil para excluir el diagnóstico. Para solucionar este problema se está empleando la PCR cuantitativa o la combinación de esta con la medición en suero de β(1→3)-D-glucano. Sin embargo, es necesaria la validación y estandarización de estos métodos en pacientes con tumores sólidos. En el momento actual se considera que los test moleculares pueden ser de ayuda para el diagnóstico; sin embargo, no pueden aportar el diagnóstico definitivo por sí solos, por lo que es imprescindible su correlación en todos los casos con la información clínica del paciente. A diferencia de otras infecciones fúngicas, estas no responden al tratamiento con agentes antifúngicos. El tratamiento de elección es el cotrimoxazol (trimetoprim/sulfametoxazol), inicialmente administrado por vía intravenosa, pero que en los casos leves o moderados puede administrarse por vía oral. Las alternativas son la pentamidina intravenosa, la primaquina combinada con clindamicina y la atovacuona por vía oral. El uso de esteroides (prednisona, 40 mg 2 veces al día o equivalente) es necesario en los pacientes con cuadros clínicos graves que cursan con insuficiencia respiratoria; debe iniciarse en las primeras 72 horas a partir del inicio del tratamiento antibiótico (3,6). Las consideraciones específicas sobre la profilaxis y sus indicaciones se detallan en otro apartado.

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