La Medicina de Laboratorio incluye un amplio espectro de conocimientos y habilidades necesarios para adquirir la adecuada competencia en la actividad que desarrollamos. Es tan amplio que es muy difícil que un profesional en un momento temporal concreto pueda estar capacitado en todas las áreas a la vez. Pero todo especialista de laboratorio debe mantenerse preparado para desempeñar su actividad y tener unos modelos de pensamiento profesional que le permitan adaptarse a cambios en tecnologías, habilidades, e incluso a modifi caciones en sus áreas de actividad. Esa potencia “troncal” es una de las características de los especialistas en Análisis y Bioquímica.
Debe existir un compromiso en conocer los distintos dominios y subdominios que integran nuestras competencias, manteniendo un nivel de excelencia en cada momento en las áreas concretas de las que somos responsables. Las pruebas de laboratorio tienen un elevado impacto en las decisiones clínicas, aportando datos objetivos que permiten establecer el diagnóstico, la gravedad, las posibilidades de recuperación, la selección y monitorización del tratamiento etc. La medicina basada en la evidencia plantea la realización y valoración de los resultados de pruebas de laboratorio mediante guías de práctica clínica que asisten en la toma de decisiones. Sin embargo, su uso inadecuado genera iatrogenia y consumo de recursos. Por ello es fundamental garantizar la competencia profesional de los especialistas en las especialidades incluidas en la Medicina de Laboratorio como actores proactivos del proceso diagnóstico capaces de organizar, seleccionar, adecuar, medir e informar las pruebas de laboratorio para conseguir un retorno en salud a los pacientes de los recursos que se consumen para obtener los informes de laboratorio. Para conseguir ese desempeño profesional excelente disponemos de distintos sistemas de aprendizaje y diversos sistemas de evaluación del conocimiento y la práctica profesional.