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Ponencias

37

Con estos resultados, durante casi una década se llegó a

plantear que la trombosis podría ser una enfermedad mono-

génica, autosómica y dominante. Sin embargo, pronto se ob-

jetivó que esta visión era incorrecta. La incidencia de historia

familiar de trombosis no es elevada y la prevalencia de las

deficiencias de anticoagulantes en la cohorte de pacientes con

trombosis venosa era incluso anecdótica, y apenas llegaba al

10% en pacientes consecutivos con trombosis

6

. La baja preva-

lencia de las deficiencias de anticoagulantes no podía justificar

la elevada incidencia de trombosis (1/1.000 sujetos/año). Por

ello, en la década de los noventa se empezó a plantear otra

hipótesis: que la misma base molecular que explica la varia-

bilidad en la especie humana también justificase la diferente

susceptibilidad para desarrollar enfermedades, especialmen-

te las más prevalentes. Y la demostración de esta hipótesis

se realizó precisamente en el campo de la trombosis con la

identificación del factor V Leiden. Se trata de un polimorfis-

mo frecuente en la población, que, debido a sus consecuencias

funcionales (el cambio de aminoácido inducido por la muta-

ción-Arg506Gln-provoca que la variante del FV se inactive de

forma menos eficaz por la proteína C activada), incrementa

moderadamente el riesgo de trombosis (3-4 veces en hetero-

cigosis)

(Tabla 1)

7

. La identificación dos años después por el

mismo grupo de otro polimorfismo protrombótico en otro gen

del sistema hemostático, la protrombina

8

, llevó a plantear que

la trombosis venosa era un trastorno multigénico y estimuló la

búsqueda de nuevos polimorfismos protrombóticos.

De hecho, y para ser justos con la historia, la evidencia de la

asociación de un polimorfismo con el riesgo trombótico surgió

4 años después de la identificación del primer defecto trombofíli-

co, ya que Jick y cols. demostraron que el grupo sanguíneo ABO,

definido por una serie de polimorfismos, se asociaba significativa-

mente con el riesgo de trombosis venosa

(Tabla 1)

9

.

Sin embargo, la idea de que esta situación se generalizase

a todos los elementos del sistema hemostático y pudiéramos

encontrar multitud de polimorfismos protrombóticos, tras unos

primeros años de confusión, se descartó. Recientes estudios

que han evaluado el papel de polimorfismos que cubren todo el

genoma (estudios GWAS) en el desarrollo de trombosis venosa

confirman el papel del polimorfismo del FV Leiden, protrombi-

na G20210A y el grupo ABO, pero solo muestran, y con cierta

polémica como comentaremos después, una decena de nuevos

polimorfismos protrombóticos, todos con OR < 2

(Tabla 1)

10,11

.

Estos estudios permiten obtener interesantes conclusiones,

aunque también muestran algunas controversias. En primer lu-

gar, se descarta que al menos en población caucásica existan

nuevos polimorfismos protrombóticos de alta prevalencia y/o

asociados con alto riesgo trombótico (OR > 2). En segundo lu-

gar, estos estudios han mostrado genes, en principio no relacio-

nados al menos directamente con el sistema hemostático que

parecen desempeñar un papel en el desarrollo de trombosis.

Pero también estos estudios presentan ciertas discrepancias: los

polimorfismos protrombóticos no están bien definidos (para un

mismo gen, el listado de polimorfismos varía, incluso en traba-

jos del mismo grupo), y sobre todo, muestran que alteraciones

de baja prevalencia serán difícilmente identificables mediante

esta aproximación.

Aplicaciones clínicas de las trombofilias conocidas

El principal motivo que ha provocado una desmotivación en el

estudio de las trombofilias, y quizás en el esfuerzo para descubrir

nuevos factores genéticos implicados en el riesgo trombótico, radi-

ca en la limitada utilidad clínica que tiene la identificación de in-

cluso trombofilias plenamente reconocidas como el FV Leiden. El

riesgo absoluto de trombosis asociado con la mayoría de alteracio-

nes descritas en la

Tabla 1

, especialmente las alteraciones mas pre-

valentes, es tan bajo que la identificación de estos polimorfismos

protrombóticos no aporta beneficios clínicos en el manejo de porta-

dores

12

. Solo el diagnóstico de trombofilias severas, deficiencias de

antitrombina, proteína C y proteína S, y con evidencias poco robus-

tas, parece que tienen utilidad clínica: justifica la prolongación del

tratamiento anticoagulante en portadores sintomáticos

13

y el uso de

profilaxis antitrombótica en situaciones de riesgo para portadores

asintomáticos

14

. Recientemente se ha demostrado que las trombofi-

lias severas, pero no los polimorfismos protrombóticos, aumentan

significativamente el riesgo absoluto de trombosis venosa en muje-

res con anticonceptivos orales (unos 4 eventos/100 píldoras/año)

15

.

Quizás incluso en el campo de las trombofilias severas tenga-

mos que afinar más, ya que no todas las mutaciones, aunque pro-

voquen un efecto funcional aparentemente similar (por ejemplo

una deficiencia de actividad anti-FXa de antitrombina del 50%)

tengan el mismo riesgo trombótico. De hecho, existen mutaciones

con bajo riesgo trombótico

16

y otras con riesgo muy alto

17

.

Es probable que el desarrollo de algoritmos informáticos que

tengan en consideración el perfil genético de cada persona pueda

conseguir una predicción individualizada del riesgo trombótico.

Sin embargo, es necesario en primer lugar identificar todos los

elementos genéticos implicados, así como definir las relaciones

que pueden tener entre ellos.

Nuevas perspectivas

El inicio del siglo XXI en el campo de la trombofilia ha vuelto

al pasado: el estudio de familias con trombofilia. Con esta apro-

ximación se han identificado dos nuevas trombofilias que afectan

a genes de hemostasia: el

FVIII

(FVII Padua; p.Arg338Leu)

18

,

y la protrombina (PT Yukuhashi; p.Arg596Leu)

19

. Pero estas se

restringen exclusivamente a las familias identificadas.

Es posible que el desarrollo e implantación de los métodos

de secuenciación de última generación nos permitan asistir a

la identificación masiva de nuevos defectos trombofílicos. La

realidad es que, aunque hay algún estudio interesante aún no

validado

20

, es intrigante plantearnos por qué estos métodos ya

han identificado la base molecular de otras enfermedades, in-

cluyendo desordenes plaquetarios

21

, pero hasta la fecha no han

identificado nuevos defectos trombofílicos. Esta ausencia de

resultados en el campo de la trombofilia podría explicarse por

la complejidad de este desorden, tanto en los elementos impli-

cados, no necesariamente ligados directamente con el sistema

hemostático, como en el hecho de que no se puede considerar

el efecto aislado de un solo elemento dentro del propio sistema

hemostático y por tanto haya que plantearse una búsqueda con-

dicionada a la presencia de otras alteraciones o factores ambien-

tales, como veremos más adelante.